Existe un  debate sobre cuando  inculcar técnicas artísticas desde temprana edad, lo pone encima de la mesa  Howard Gardner con su trabajo «arte, mente y cerebro» y nuevamente la importancia de  la mirada hacia las necesidades del/a  niña y observar en que momento necesita ese apoyo  técnico  que le ofrezca la seguridad para seguir avanzando en su caminar. Pero desde luego no a cualquier edad, no en cualquier momento, el/la niño/a nos van guiando, y para eso es necesario descifrar cuales son esos mensajes.

Hay claramente dos corrientes…  Arno Stern, nos ha regalado un precioso descubrimiento, la Formulación, difícil de desgranar en un sencillo post. Nos habla del trazo infantil y  tres momentos que se diferencian y se conectan en  el trazado. Descifra  los primeros trazos, sus primero “torbellinos”. Calidamente define lo que despectivamente han denominado otros autores como garabatos, y describe la evolución y desarrollo del trazado.  La importancia y belleza de ell@s solo posible descubrirla cuando conoces las conquistas y habilidades que desde los primeros años va haciendo. Stern, en sus 50 años de trabajo con niñ@s   demuestra que se repite el  mismo trazado en diferentes contextos, valiéndose del entorno que lo rodea donde es desarrollado, por ello la importancia a la hora de tener presente la interpretación de los dibujos infantiles, algo que no contempla Arno. él nos habla de la memoria orgánica, para explicar la profundidad de lo que manifiestan y expresa esos trazos. Por otro lado  pedagogos y estudiosos del arte infantil, también psicólogos se apoyan en los dibujos infantiles para acompañar sus procesos y nos hablan de otro tipo de etapas, En la que podamos llamar para diferenciar la teoria de Arno Stern con la del arte infantil yo encuentro  un vacío importante donde ya no existe una respuesta del porque se abandona esta práctica que tanto bienestar produce al ser humano, y aquí es donde aparece  la teoría de la Formulación.

En estos años de experiencia,  me encuentro con un momento clave en l@s niñ@s y es cuando aparece el juicio, la moral, donde se manifiesta su  propio proceso personal, su historia de vida. Donde ¿quieren superarse así mismo y acercarse al realismo? O ¿por otro lado el proceso transita por  complacer en lugar de por placer? Entiendo la responsabilidad de los docentes que acompañan estos procesos por  descubrir y conocer  al ”ser curioso” que tienen  frente a ell@s, la importancia de propiciar un  ambiente rico,  sostén emocional,  y las herramientas adecuadas que realmente necesita, ni mas ni menos, que permitan  crecer y florecer, y no ser un obstaculo para ello.  La importancia de  no perder esa mirada a la necesidad del niñ@, porque  ¿es posible pintar y expresar libremente, aceptando lo que surge, en la infancia? ¿Qué supone en nosotros adultos? ¿Aceptamos “eso” que surge, aunque a veces no nos guste e intentamos  transformarlo?

Despedimos este post con las palabras de Pablo Picasso :“Me tomo cuatro años pintar como Rafael, pero me lleve toda la vida aprender a pintar como un niñ@”

Vanessa Navarro